domingo, 6 de enero de 2013

MEDITACIÓN DE MADRUGADA



   Se ha astillado el vaso,
   el cristal, roto, ha dejado
   millares de luciérnagas esparcidas.

   Semejan luminosas lágrimas
   caídas intermitentes
   desvaneciéndose en las mejillas del suelo.

   ¡Y cuántos colores!

   Todos navegan en esos ojos semihumanos,
   sombríos, que brillan en el longíneo cuerno
   de la distancia, de duro mármol,
   en el que el viento de la soledad
   han construido deformidades hermosas
   que mutilaron de llagas el alma.

   Muerde el sol de la ceguera
   como una hormiga tenaz;
   que abre un espejo cóncavo
   estimulando una muchedumbre de bestias
   que sueltan desde sus risas los deseos reprimidos.


04.11.2006

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