domingo, 6 de enero de 2013

ESTÍO



Invierno, ya ves, obscurísimo, soy,
plaza fría de árboles mutilados,
fondo que cobija soledad, esa llama fría,
seda de helada espesura volcando su aire
corrosivo arrastrado por mis huesos
su aliento lacerante. Ella impregna las palabras
de un vidrio barroso que alguna vez fue polvo
tocado por aguas canoras.

Se desfoga agudeza y fantasía,
anunciando la hora nona de las fábulas
donde laten los ojos de Dios, la boca de Luzbel
vomita maravillas; y, un perro arestiniento
lame piadosamente, la lápida con mi nombre,
ya pasarás, por allí, un día de estos,
como esas ventoleras arrasantes
borrando mis vestigios.

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