miércoles, 9 de enero de 2013

LOS OJOS TRISTES


Una niñas hermosas, un joven saludable tras el padre que sonríe como la Gioconda, aguantado, temblándole la garganta.



"Estamos tristes pero orgullosos de la nobleza de nuestro padre" Hermoso sentimiento y amor filial.



Aunque el orgullo es un pecado.



A lo largo de mi vida he visto tantos rostros. Pero, los que más me han impresionado han sido los de esos jóvenes hijos de mis amigos y compañeros.

Ellos, lloraron por dentro, nunca pudieron decir a su padre, al de cada uno de ellos, ese orgullo que sintieron por la varonía y estoicismo de sus progenitores.


Padres desaparecidos, tipos cabalmente nobles.


Por esos padres, los Legionarios de Cristo, no creo que alguien de ellos o ellas, diga una oración.



El padre de esas jóvenes que lloraban, el muy "noble" señor, nunca ignoró que durante la dictadura se cometieron atroces crímenes.


Pero, va a misa, reza y comulga.



A Dios rogando y con el mazo dando, tal como lo hicieron tantos curas en la guerra civil española que con sus enormes crucifijos, daban con éstos sobre las cabezas de los agónicos.¡Cómo ocuparon la imagen del hijo de Dios!



Luego, hacían sobre estos muertos, con sus manos ensangrentadas; una cruz en el aire.

Me conmovieron esas jóvenes, sí, no puedo negarlo, sentí pena.

Y todavía siento pena por los miles de hijos de detenidos desaparecidos que no pudieron siquiera ver los despojos momificados de sus seres queridos. Nunca más vieron a sus padres.



Les parece.



Eduardo Díaz Espinoza.

Publicado en "La Coctelera"

Diciembre 2005

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