jueves, 10 de enero de 2013

CARTA DE PEDRO LEMEBEL A PIÑERA



Demasiado barato quiere comprar este paisito, don
Piñi; usted que va por la vida tasando y preguntando
cuánto vale todo. Y de un guaracazo se compra medio
Chiloé, con botes y palafitos incluidos. Con cerros,
bosques y ríos, hasta que se pierde la mirada en la
distancia, le pertenece a usted. ¿Cómo puede haber
gente dueña de tanto horizonte?. ¿Cómo puede haber
gente tan enguatada de paisaje?.
Me parece obscena esa glotonería de tanto tener. Me
causa asombro que, más encima, quiera dirigirnos la
vida desde La Moneda. Muy barata quiere rematar esta
patria, don Piñi, y sólo con un discurso liviano de
boy scout buena onda. Pura buena onda ofrece usted,
don Piñi boy, como si estuviera conquistando al
populacho con maní y papas fritas. Nada más, el resto
pura plata; empachado de money, quiere pasar a la
posteridad sólo por eso. Porque cuando cita mal a
Neruda se nota que a usted le dio sólo para los
números y no para la letra. Es decir, usted es puro
número y cálculo, señor Piñi, poca reflexión, poco
verbo, poca idea, aunque esa es la única palabra que
usa entre sus contadas palabras efectistas.
Buena onda y futurismo. Las heridas se parchan con
dólares. La memoria queda atrás como una tétrica
película que olvidar. Sin vacilar marchar, que el
futuro es nuestro (parece himno de la juventud nazi).
Así arenga usted a este pueblo embelesado con los
adelantos urbanos hechos por la Concertación. Nadie
sabe para quién trabaja, y usted la encontró lista.
O sea, usted se pasa de listo, don Piñi. Quiere
hacernos creer que siempre fue demócrata, pero lo
recordamos clarito sobándole el lomo a la dictadura,
haciéndole campaña a Büchi, amigote de la misma patota
facha y pedófila que le anima la campaña. Los peores, la gorilada
del terror. Parece que este suelo nunca aprendió la
lección, ni siquiera a golpes, y con facilidad se
traga el sermón de la derecha pinochetista, ahora
remasterizada con piel de oveja neoliberal. Pero son
los mismos de entonces, soberbiamente gozando los
privilegios de la democracia que conseguimos nosotros,
y sólo nosotros, porque también yo dudo que en el
plebiscito votara que no simpatizando por la derecha.
Mire usted qué fácil le resultaba tratar de
transformar el Mapocho en un Sena con sauces. Puro
arribismo, intentar domesticar con terracitas y
botecitos parisinos a nuestro roto Mapocho, quizás lo
único rebelde que le va quedando a esta ciudad. Qué
delirio, mister Piñi, ¿por qué no se va a Europa si
cacha que nunca va a poder blanquear la porfiada
cochambre india de nuestra raza?.
Quizás todo el país se acuerda de usted formando parte
de la nata panzona del derechismo empresarial. Por
entonces, en aquella época de terror, quien hacía
fortuna de alguna manera era a costa de las garantías
de la represión. Usted llenaba sus arcas, don Piñi, y
nosotros sudábamos la gota gorda, o la gota de sangre.
Fíjese que no se nos ha olvidado, y nunca se nos
olvidará, aunque a usted le reviente que el pasado
aflore cuando menos se lo espera. A usted ni a sus
yuntas de pacto les conviene el pasado, por eso miran
turnios y amnésicos al futuro. Su discurso
Disneyworld, míster Piñi, no resiste análisis, y sólo
el arribismo miamista de algunos chilenos le compra su
receta de vida fácil, su filosofía banal de texano
paticorto. Usted me recuerda a Bush, a Menem, Piñito.
Es la nueva derecha titiritesca y farandulona. Puro
show, pura foto tecnicolor de mundo feliz con sus
sombreros republicanos en el Crown Plaza.
Pero le falta la cultura a su centroderecha
inmediatista. No hay peso intelectual en su carnavaleo
de propaganda. Nada más que modelos tetudas y
parientes de hippysmo revenido. Demasiado barato
quiere rematar este país, Piñito. Ni siquiera basta
con su cátedra fantasma en las aulas de Harvard.
Tampoco, usar de propaganda la limosna que puso por mi
amiga Gladys en sus últimos momentos; eso es muy feo,
y de mal gusto. Sobre todo para usted que es tan
humanista cristiano. Porque usted es pillo, Piñín.
Quiere sacar adherentes de todos lados, como si este
país fuera sombrero de mago. Lástima que la oferta de
su vanidosa feria de variedades huele a ventaja
populista. Nada más, don Piñi; el resto, esperar con
cueva lo que ocurra en el transpirado enero.
Pedro Lemebel.


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