Ocurre que
se es abandonado… ¡Oh, abandonado!
VEJEZ: Yuyo
que seca y seca.
Así, aquí,
atardece más frío. ¿Veis?, va cayendo anciana
esta tarde
que no se prolonga,
pues, no
hay tiempo para hablar de pormenores
irrecuperables,
se acerca la letanía del sueño, atardeciendo
más frío en
los escombros genitales estrujado de años
como los
chilpes amontonados en la azotea del olvido.
Desesperado
de sol, de la aguja violenta que
una vez
empujó al animal embravecido,
las
profecías acometen con ferocísimo
impulso,
el dragón
es la entrada de tu paraíso.
mas el
animal que soy,
arruga hoy
en cenizas de perro flaco mordido de claveles.
No alza
mástiles, sólo sueños rememorantes:
apuñalada
tantas veces esta muerte de muerte, que no muere,
de pasadas
madrugadas dispendiosas como
los muslos duros y las tetas al aire de
la mujer
que nos enloquece la vida.
Se ovilló
en el carrete de la negrura atroz
cimentada
en la lujuria de lo ido,
arrasándolo
de apolillamiento
los huesos
que crujen en sus dolores de años.
Se es
reptil de sombra herido en el silencio
de la pena
anunciando la oscuridad de
la
senilidad aterradora, cercenante,
dura como
martillo de juez por lo inexorable
en la
sentencia del desgaste.
Perentorio,
viejo, la figura montaña encorvada
hundiendo
al anochecer.
Corren las
arterias vitales, amplia abarcadora
es la
madurez del conocimiento, ágil, joven,
como
frutales plenos.
Mas, cae en
decrepitud músculos y pellejo fracturados
y el
vendaval arrasa, a un paso de la rosa.
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