domingo, 5 de enero de 2014

El día en que dos "peotisas" se agarraron por los huesos




Ya nadie se acuerda del famoso huesito de la virtú, que pasaba de casa por casa hasta que ya no tenía nada que soltar para la cazuela. Sorber la médula de los huesos del osobuco, ese era otro asunto por el que se relamían los bigotes serios caballeros. Y los huesos de chancho con alguna carnecita y manteca pa los porotos.

Se de un amigo mío que ahora, apenas le dan porotos, con cuatro daditos de zapallo y harta acelga. Y nada más, sin condimento alguno.
Pero lo que si fue para la risa cuando a mi tía Evarista se le quebró la placa dentaria por morder un huesito de cordero y se tragó media placa, cuando la vio el médico le dijo: "señora, usted tiene alguien que se esta riendo por atrás, porque le veo algunos dientes más alegres que los pillastres que se lucran con el TranSantiago."

Oiga, sabe, la olla de los poetas por lo general es bien escuálida, pues como son puro espíritu y alma, se pasan metido en cuanto recital, lanzamiento de libros, inauguración del monumento a las manos, ah ¿pero que no sabía? Levantaron una monumento a las manos moras que dejaron si un centavo a la SECH. Habrá cóctel elaborado por una frutería, cuando descubran la plasta monumental. El Comité Central en Pleno asistirá al acto inaugural.

Los escritores, van a todos los cócteles y paradas. A comer se ha dicho, si no dejan ni los cuescos de las aceitunas, y se ha fijado que algunos llevan una estratégica bolsita donde guardan canapés queso y todo lo que se puedan llevar.

Si de comer se trata, hicieron tantas comilonas las huestes de papá Lacámara que bueno ahora la casa del escritor huele a basura acumulada, papeles cagados y a los talleristas les castañetean los dientes de frío. Y como se perdió la memoria, disco duro, papeles y recibos, nadie sabe nada, pero todos saben a que bolsillos volaron los pesos, que al próximo billete que ha de emitir la casa de moneda tendrá la efigie de un tal Gonzalo. A contrataron a un tipo para que limpiara el local pero este le agregó su hedor inconfundible patas, bolas y toda la cocina inmunda (Herrera), cocina y casa que brillaba cuando estaban doña Minita y Fernando.

Y todavía enviaron una rendición de cuentas más falsa que Judas. Hay que tener cara de raja y los que hablaban guardan respetuoso silencio. Le están cubriendo las espaldas a uno que ya está acostumbrado a robar con estilo de los fondos que se percibe por la Ley de Libro o el Fondart.
Estos de los huesos da para mucho.

¿Y las peotisas? Es que ni se lo imaginan mi doña por dios, o mi santo caballero. Un connotado médico, dio una manifestación pantagruélica en un elegante restaurante a los escritores de su comuna. Hubo para comer hasta quedar botados. Y un cerro de huesos, muchos de ellos con carne roja y jugosa.

Dos conocidas peotas, una de ellas había plagiado completica una trova de Silvio Rodríguez, y la publicó como de ella. La otra más discreta solo aparecía de vez en cuando en alguna página literaria del periódico comunal.

Al momento de las despedidas, ambas con sendas bolsas la llenaron de los huesos y restos de comida, "restitos para el perro", y quedaba un último hueso, tal vez el mas carnosos y ambas movieron sus manos como imán para agarrarlo.

Hay virgencita de los siete mares, nunca vi tan feroz batahola, las dos muy emperifolladas señoras soltando el más puro y selecto lenguaje de castiza estirpe de rotos. "Pero weona re cu… lo tomé yo… "y que te creís tú, yo soy una señora, vos una vaca re … que tenis hijos de vaya a saber quien"…. "me ai visto c… parada, el rubio ojos azules es del gringo ese que te llevó a La Rinconada y allí andabai en pelotas como loca" 

"Claro y vos corriste con los calzones en la mano cuando desfilaron los de la escuela militar, te meabai sola", y eran señoras. Siii muy respetables damas que siempre aparecían en los diarios.
Para evitar mayor escándalo, el prudente médico que nos invitó, pidió a dos enormes mozos que las separaran y las dejaran de patitas en la calle.

Otro encuentro ocurrió a causa de un dulce, pero eso es otro cuento.
Moraleja, no invite a nadie que lleve huesos para la casa después de un asado. 

El Mirón de la Calle 

Publicado en el Blog El Conventillo 07/09/08 ·

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