miércoles, 23 de julio de 2014

Alrededor de la mesa - Poema de Eduardo Díaz E.

ALREDEDOR DE LA MESA

Arde la soledad desatando el horrendo fuego
del aguardiente carcomedor de tripas y huesos
cada noche que la sed quiebra la botella
y el licor de Florida se mete gaznate adentro
allá en nuestro viejo barrio penquista
de Chillancito

Por ahora, un hígado delicado con daño crónico
se suelta en la vastedad del idioma de las marmitas
ahítas de un grasoso comistrajo incitador a
soltar las amarras de los dientes para que muelan con
su molino de hambre siniestra hasta los últimos hollejos

El olor fuerte del sudor es como si
desde el fondo del cuerpo la gran fauce
busca el volcán torrentoso de unos porotos
acaramelados con ardorosos trozos de chicharrones
de chancho, mientras el ajo chancado y la
albahaca destilada desde sus ramas aromáticas
ocupan hasta el último rincón del estómago vacío

Si me chupo hasta la esencia del alma del vino
que se desata como un río de rubí opacando mis
sentidos y ahumando de sopor embriagado estos ojos
caídos como torres gemelas ante el asalto terrorista
de la embriaguez

Se rajan macabras las niñas rodando
desde el arrugado pirulín encendido en su borrachera
atroz y espeluznante después de haber entrado
por penumbrosas cavernas hasta agotarse
en esos movimientos de vacas en celo

La calma es augusta y serena cuando la tripas
sumisas y colmadas no van a subvertir
la boca, los jamones planchados y almibarados
han pasado el susto hasta que el sol gotee su
fuego sobre las cabezas.


Todo cae en un feroz sueño.


Eduardo  Díaz Espinoza

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